Para Antonio María Cardona,
amigo y compañero de eternas horas robadas
para la poesía
Entrada de Luna Negra. / Fotografo(a) Irene Tapias |
Somos, Antonio, viajeros
esperando un autobús que no llega
Mientras pasan las horas de la
madrugada,
vuelve a leerme un cuento
Ese que evoca a Gabo y los amores
incestuosos
Pero, no me compares con
Chereczada,
Sólo soy una niña que sueña
En el vientre de mi madre
inventaba historias
Para escaparme de la muerte.
Cuando el frío arrecia y la
ventisca es fuerte,
sólo en un abrazo podemos
guarecernos
Soy la niña que te recibe en un
abrazo
La risa que se cuela por las
claraboyas de tu casa
Quiero refugiarme en tu luna
negra
Porque hasta allí mi soledad no
llega
Desde la hamaca verde veré
Cómo la poesía y la naturaleza se
vuelven magia
Siéntate a mi lado y mese la
hamaca
Arrúllame con un cuento
que hable de mar y de ballenas
Yo, desde mi onírica realidad
alegraré tus horas con mis versos
Y si me voy, dejaré colgadas en
cada árbol
Como guirnaldas las palabras de
este poema
Entre las páginas de tus libros
los pétalos de mis girasoles
rotos
Y en el aire mi olor de canela
En otro sueño estarán mis pasos
tropezándose con la vida