Dedicado a Alejandro Sandoval, el relojero de mi barrio
El viejo relojero
llega muy temprano a esa calle del barrio
a curar las heridas de cronos
trae en las manos una sombrilla y la abre contra el sol
Se toma a sorbos un tinto que le ofrece la vecina
conversa, sabe tantas cosas
analiza, sintetiza y conceptúa con la agilidad que desarma el tiempo
El viejo relojero en esa misma calle
Se ha cambiado de acera varias veces en tres décadas
Nos mira a través de su lupa
ha visto crecer los niños del barrio
y desde su butaca le ha dicho adiós a las carrozas fúnebres
que llevan los cuerpos de los vecinos muertos.
Los callejones del barrio cada vez están más solos
pero el relojero sigue allí
Tiene la barba blanca de tanto tejer telarañas en la pared despintada
En la tarde se va a su casa
pero deja un sueño despierto
en las manecillas de sus relojes
y un par de historias amarradas a las raíces del olivo
En la noche le roba pedazos a la luna
para armar rompecabezas en una habitación oscura
hasta que el sol vuelva a alumbrar.
Autor: Irene Tapias
Montería, Marzo 27 de 2019
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